Queridos hijos, el Llamado del
Señor a la conversión se hace desde el Evangelio, desde las profecías. Las
profecías son para anunciar, para proclamar, para advertir. Porque el Señor
nunca dejará a Su pueblo sin orientación ni ayuda.
Mi
Corazón Casto y Amante es vuestro protector y custodio. Protejo a los que
sirven en el Ejército de María. Protejo a los que aman al Sagrado Corazón de
Jesús. Por eso, les invito: que vuestro amor sea encarnado y decidido. ‘Sí’
cuando es ‘Sí’; ‘No’ cuando es ‘No’.
No compartan
con el mundo su corazón. Porque son de Dios. En vida y en muerte serán de Dios.
Pero si vuestro corazón no recoge con el Sembrador la Divina Cosecha entonces
no están de parte del Enviado. Por eso, queridos hijos, el Enviado es
Jesucristo, la Cosecha son las almas. Y para trabajar con Él deben ser
decididos, valientes, prestos para crecer en santidad, en amor, en rectitud.
¡Que el
Espíritu Santo les ayude a tener un sólo corazón decidido por Jesús y el
Evangelio! Así como lo hizo en Mí: Me formó y Me hizo capaz de entregar Mi vida
a Jesús y de Consagrarme sin miedo al Inmaculado Corazón de María.
El
Sagrado Corazón de Jesús Reinará. María trae ese Triunfo y Yo lo protejo. El
Sagrado Corazón de Jesús, Rey del Universo, extenderá en el mundo el Reino del
Fiat. Y vivirán constantes en esa Divina Voluntad después de la Purificación de
las Almas.
Les amo y
les bendigo. El Ejército Mariano cuenta con Mi Intercesión y la de San Miguel
Arcángel. Bendigo el aceite de los lirios: bálsamo de sanación para las nuevas
enfermedades que atacarán a los hombres. En el nombre del Padre, y del Hijo, y
del Espíritu Santo. Amén.