Queridos hijos, oren con
el corazón, sientan con su corazón cada palabra que expresan de vuestra boca.
Que esa oración encendida en vuestro corazón por el Fuego del Espíritu Santo
suba como incienso a la Santísima Trinidad, del Padre, y del Hijo, y del Espíritu
Santo, para que se ofrezcan como pequeñas hostias, para calmar la justa Ira de
Dios, para ofrecerse por la conversión de los pecadores, para el bien de toda
la Iglesia.
Queridos hijos, oren
siempre. Estos tiempos de mucha oscuridad necesitan de la oración de todos mis
hijos. Hijitos Míos, estoy con ustedes, les animo a seguir como Mi Ejército
Obediente y Valiente, encendidos en el Fuego de la Llama de Amor de Mi Corazón
Inmaculado, iluminados por el Espíritu Santo, y encendidos en el Seno de la Gloria
de Dios y Salvación de las Almas. Gracias hijos Míos por escuchar Mi Llamada
Materna. Les amo y les bendigo. En el nombre del Padre, y del Hijo, y del
Espíritu Santo. Amén.