Queridos
hijos, las horas se acortan, el día se acaba, la oscuridad avanza, la guerra
contra los hijos de Dios ha comenzado. Es una guerra secreta, callada,
escondida, que hará tambalear la fe de muchos, sacudirá los cimientos de la
Casa del Señor, pero prevalecerá, pero muchos corazones serán confundidos.
Hijos
Míos, así, como protegí a Mi Amada Esposa María y al Niño Jesús, cuando huíamos
a Egipto, a través del desierto, así, Yo protegeré a los Hijos de la Madre, a
los Apóstoles de Jesucristo, y los guiaré al Templo del Señor. San Miguel
Arcángel y los ángeles combatirán por ustedes.
Hijos
Míos, Resto Fiel, confíen mucho; no pongan en duda mis palabras, sino que hagan
solamente, en obediencia, lo que se les pide. La Divina Providencia está con
ustedes, confíen y abandónense mucho. Pero guarden en vuestras casas todo lo
necesario para ustedes y sus familias; aspergen agua bendita muy seguido; pero
no pierdan la paz. Oren mucho; oren siempre. Mi protección de Padre está con
ustedes.
Les
amo y les bendigo. En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo.
Amén.