Mi llamado es a la conversión y a la oración para que Mis pequeños apóstoles, con su vida de conversión y con la oración, den testimonio al mundo de la Buena Nueva de Mi Hijo Jesucristo.
Pequeños míos, la conversión es una gracia que deben
pedirla diariamente. Con la Divina Sabiduría comprenderán la Divina Voluntad.
Morir y renunciar a sus voluntades humanas inclinadas al egoísmo por aceptar y
vivir la Divina Voluntad de Mi Hijo, eso es caminar en la conversión; hacer
todo lo que Mi Hijo os pide, hacer todo lo que a Mi Hijo agrada.
Recordad, pequeños Míos, que Mi Hijo y Yo sólo deseamos
vuestro bien, no el bienestar del mundo, sino el bienestar espiritual, la paz
con Dios, la gracia en sus corazones, la santidad. Mis pequeños están llamados
para ser santos, y a través de la oración, del sacrificio y de la penitencia
pero sobretodo con amor, poniendo en todo esto el amor, agradaran al Señor.
Pequeños Míos, oren por toda la humanidad, es el más
grande acto que pueden hacer, el acto de caridad que pueden realizar; orar por
el mundo entero. Que los cenáculos de oración sean ese consuelo y alivio para
el mundo herido. Mis cenáculos de oración son una gracia para toda la humanidad
porque con sus oraciones alcanzan misericordia y paz para los hombres.
Sigan orando por el mundo, sigan siendo Mis pequeños
cenáculos de oración, Mis pequeñas arcas de salvación, con las cuales muchos
hombres suban y se libren de la tormenta que está cayendo en todo el mundo; una
tormenta de pecado, de apostasía, de ateísmo; una tormenta de rechazo al Amor
de Dios.
Mis pequeños cenáculos de oración, con vuestras
oraciones y entrega aliviad Nuestros Dos Corazones. Oren para que en el mundo
entero pequeñas almas sigan reuniéndose para orar y salvemos juntos muchos
corazones de la esclavitud de Mi adversario.
Pequeños Míos, lean y mediten al profeta Isaías en el
capítulo 6.
Les amo y les bendigo, en el nombre del Padre, y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Les amo y les bendigo, en el nombre del Padre, y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.