Queridos
hijos, el Espíritu Santo, por medio de la intercesión del Corazón Doloroso e
Inmaculado de María, Me ha enviado para enseñarles la Gracia del Desprendimiento.
Hijos
Míos, deben desprenderse de las cosas superficiales. Deben dejar ir esos malos
sentimientos, esos recuerdos, rencores, celos, ira, soberbia. Deben de vaciarse
del espíritu mundano para ser llenos del Espíritu Celestial. Renuncien cada día
a su ego y a su voluntad. Y preparen vuestro espíritu desde la oración, el
ayuno, de la lectura constante de la Sagrada Escritura, para que vuestros
corazones vivan atentos a la Presencia de Dios.
Queridos
hijos, en este tiempo de misericordia, escuchen nuestras palabras, para que
despojados del hombre viejo y de sus malas acciones, resuciten en Jesucristo, y
vivan en constante adoración al Padre, al Hijo, y al Espíritu Santo, que vive y
que reina en los corazones abiertos al Espíritu Santo y que son dóciles a la
Divina Voluntad. En eso consiste, hijitos, la infancia espiritual: Ser niños del
Reino de Dios; depender de éste Eterno y Buen Padre; ansiar agradarle siempre.
Así,
hijos Míos, abran sus corazones. Así, como cuando un niño abre sus brazos para
abrazar a su padre, así abran sus corazones para abrazar a Dios que es Amor Infinito.
Yo les amo y les bendigo, intercedo por ustedes. En el nombre del Padre, y del
Hijo, y del Espíritu Santo. Amén.